segunda-feira, fevereiro 23, 2009

Eleições em EL Salvador, Chaves e a Esquerda

Comentários do Moisés Basílio: As eleições presidenciais em El Salvador acontecerão no dia 15 de março próximo. Mauricio Funes, candidato da FMLN - Frente Farabundo Marti para Libertação Nacional - é o candidato da Esquerda e tem chances de ganhar. Quem se interessar em mais detalhes da campanha veja o sitio dele - www.mauriciofunespresidente.com - .
Tenho um carinho especial por El Salvador, desde 1980, quando o Arcebispo de El Salvador, o Monsenhor Dom Óscar Romero foi brutalmente assassinado pela direita salvadorenha. Junto com o meu grupo de jovens da época decidimos pintar cerca de 200 camisetas com uma arte lembrando o mártir salvadorenho. Quase trinta anos depois, a esquerda salvadorenha tem a oportunidade de chegar ao governo. Para quê? O artigo abaixo nos remete um pouco a essa discussão. Concordo com Moraga quando ele afirma que a Esquerda do século XXI só conseguirá acertar, se compreender os equívocos da Esquerda do século XX. Axé!



Fonte: Jornal ContraPunto El Salvador -
Edición 101/23 de Feb al 1 de Mar de 2009 - www.contrapunto.com.sv



Chávez; Funes y la Nueva Izquierda

Enrique Gomáriz Moraga

Debate sobre el futuro de la izquierda latinoamericana y salvadoreña: democracia o autoritarismo.

SAN SALVADOR - La pasada semana sucedieron algunos hechos importantes que reavivaron la discusión sobre el significado de la izquierda en este nuevo siglo. En El Salvador, sectores de la izquierda democrática acabaron dando su apoyo electoral al candidato presidencial Mauricio Funes, algo que el editorial de ContraPunto consignó, hablando de una nueva izquierda en formación. En efecto, varios grupos socialdemócratas, segmentos del extinto FDR y, más orgánicamente, el Partido Cambio Democrático, decidieron endosar públicamente su apoyo electoral a Funes en el transcurso de la semana.


Esta situación se produjo cuando todavía no había terminado la controversia sobre la victoria en Venezuela del presidente Hugo Chávez en el referéndum que modifica la Constitución para permitir la reelección indefinidamente. Obviamente, en la izquierda salvadoreña se dividieron las aguas al comprobar la victoria no muy holgada de Chávez en el referéndum. Y, por su parte, la derecha estuvo encantada en señalar a los sectores del FMLN que celebraban la victoria de Chávez.


Este conjunto de hechos coloca de nuevo la pregunta sobre qué significa ser de izquierdas en el siglo XXI. El Cuaderno de Ciencias Sociales 147, que publicó FLACSO, reunió un trabajo de Edelberto Torres-Rivas y otro mío, para tratar de dar respuesta a esa pregunta. Tanto Edelberto como yo formamos parte de ese consenso creciente acerca de que la izquierda del siglo XXI en América Latina deberá ser una izquierda que aprenda de sus errores en el siglo XX o estará definitivamente condenada al fracaso.


En tal sentido, la principal enseñanza que nos dejó el pasado siglo es que la emancipación humana es una moneda de dos caras: la que corresponde el plano socioeconómico, que supone redistribución de la riqueza y lucha contra la pobreza, y la que corresponde al plano sociopolítico, que significa el fortalecimiento de la democracia y el incremento de la calidad de la ciudadanía. En el pasado, la izquierda revolucionaria consideró que había que concentrarse en el primer plano, incluso sacrificando el segundo si fuera necesario. Hoy sabemos que esto es un error capital: los sistemas políticos no democráticos (de izquierda) acaban conduciendo al fracaso económico y destruyendo los sueños de igualdad social que alguna vez tuvieron.


Por su parte, la izquierda en Centroamérica dejó establecido a comienzos de los años noventa que la revolución violenta es ya una vía cegada para la emancipación social. Eso significa explícitamente que sólo la democracia política es el contexto en que debe lucharse por el cambio social, aunque también significa que olvidar las transformaciones sociales manteniendo la democracia, se distancia de las señas de identidad de la izquierda.


La aplicación de lo anterior al caso de Venezuela resulta bastante ilustrativa. En efecto, la crisis que puso de manifiesto el “caracazo”, reflejó el fracaso de una socialdemocracia mucho más pendiente del juego político democrático que de las necesidades sociales. Pero la respuesta se ha orientado hacia el error opuesto: impulsar cambios sociales, torsionando los procedimientos democráticos.

Hace dos años, Chávez propuso la transformación del sistema político hacia una fuerte concentración del poder presidencial, que rompía con el equilibrio entre poderes públicos, además de proponer la reelección indefinida, pero, afortunadamente perdió el referéndum constitucional el pasado año. Tras esa derrota, parecía que las reglas del juego democrático conservarían un mínimo de consistencia.


Pero pronto Chávez planteó una reforma parcial de la Constitución para salvar, al menos, la idea de la reelección indefinida. Eso fue lo que logró con la victoria en el referéndum del 15 de febrero, aunque en esa consulta se abstuvo un tercio del electorado y la victoria fue por 55% por 45%; es decir se mostró la división del país prácticamente por la mitad.


Ahora bien, yendo al fondo del asunto, cabe preguntarse por qué la reelección indefinida representa una concentración de poder poco democrática. La respuesta es simple: porque eso es como llover sobre mojado. La reelección indefinida no es un mal en sí misma, sino que depende del régimen político en el que tenga lugar. Esa reelección no es tan negativa en un sistema parlamentario, pero sí lo es en un sistema presidencialista, precisamente porque este sistema supone una acentuada concentración de poder en manos del Presidente. Esa es la razón que ha llevado a las Repúblicas presidenciales en toda América a limitar la cantidad de veces que puede darse la reelección.


Así, argumentar que la reelección indefinida en un sistema presidencial significa aumentar los derechos políticos del pueblo, es simplemente un insulto a la inteligencia. Y meter esa idea en la pregunta del referéndum, como se hizo para el 15 de febrero, es obviamente un abuso de poder.


Por eso, el rechazo de las propuestas de Chávez y, por consiguiente, la necesidad de evitar ninguna celebración por su victoria en el pasado referéndum, no se justifica sólo porque en El Salvador no sea oportuna tal celebración en la presente coyuntura electoral. El rechazo a la concentración y permanencia en el poder que busca Chávez tiene su fundamento en que fragiliza la moneda de dos caras que es cada vez más la emancipación humana. En breve, hay que rechazarlo no sólo porque sea un asunto de oportunidad, sino principalmente porque no es una perspectiva de izquierdas.


Ojalá la candidatura de Funes sirva también para ir desarrollando esa izquierda democrática que El Salvador tanto necesita: que no afloje en el cambio social, pero tampoco en el fortalecimiento de las reglas del juego democrático. (FIN/23.02.09)


(*) Analista español y colaborador de ContraPunto/ Pintura Unidad y lucha de contrarios-David Beltrán-Cuba

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